lunes, 20 de octubre de 2014

CASTLEVANIA: BLOOD LINES (1994)


POR: METALMAN
(Revisión 2.0)

Tras el enorme éxito y prestigio que le otorgó a Konami el maravilloso Super Castlevania IV, y antes de lanzarse hacia un nuevo capítulo en la máquina de Nintendo, los “segueros” pudimos recibir un título de la saga para nuestra preciada Megadrive: BloodLines.

Lo cierto es que fue toda una suerte que Konami hubiese empezado a expandir sus horizontes y se olvidase de programar casi en exclusiva para la gran “N”. Además, la gracia del asunto fue que los títulos lanzados en los sistemas de Sega no se conformaron con ser meros ports, o leves variaciones de títulos ya existentes, sino que todos eran originales: Dos plataformas, dos juegos distintos. Que tiempos tan memorables.

En este caso se intentó respetar la trama original de la serie, pero añadiendo ingredientes extraídos de esa genial e inmortal novela que es Drácula, de Bram Stoker. No fue una mezcla perfecta, pero al final, y eso es lo importante, se logró imprimir dentro del título un carisma especial y muy propio. (Es de recibo mencionar que, obviamente, Bloodlines inventa personajes y situaciones que no aparecen en la novela, aunque nunca llega a crear eventos que dañen realmente a su imaginaria conexión).

El juego fue lanzado en 1994, con abundantes cambios en según qué territorios. Existen tres versiones del mismo: Castlevania: Blood lines (USA), Castlevania: The next generation (PAL) y Castlevania: Vampire Killer (JAP).



Por supuesto, la versión PAL fue la que más censuras impuso, con restricciones en la representación de efectos de sangre, una velocidad de juego menor y aspectos más coloristas para los enemigos con forma humanoide. Las versiones USA y JAP eran bastante similares, y la diferencia más notable entre ambas fue un aspecto más afeminado en algunos personajes de la edición nipona.

Si bien es cierto que Bloodlines no mostró las calidades vistas en Super Castlevania IV, supuso todo un triunfo a nivel técnico dentro del sistema 16Bit de Sega, ya que contó con abundantes efectos de distorsión, rotaciones, zooms y cualquier otro tipo de representación raster, convirtiendo al cartucho en un triple "A" en cuanto a sus aspectos visuales.


A nivel de diseño la cosa se distanciaba inclusive un poco más, pues su acabado general se escapaba completamente de la representación tan estilizada que se mostró en Snes, optando por unas formas que recordaban mucho más a los inicios de la saga. Sus minúsculos sprites y la limitada paleta de color afeaban un poco al conjunto, aun siendo innegable su encanto y vistosidad.


Posiblemente, el único punto criticable dentro del apartado técnico y de diseño, fuese la extraña perspectiva que mostraban ciertos elementos de los decorados, como escaleras y salientes similares, que parecían contemplarse desde un ángulo diferente al del resto de objetos.




En cualquier caso, Bloodlines resultaba potente y sumamente carismático, a la par que se molestaba en mostrar algunos efectos realmente impresionantes y muy originales.

Respecto a temas de sonoridad y de composición, Bloodlines estaba muy bien servido, y aun sin contar con las excelsas calidades de las que estaba provista Super Nintendo, todo sonaba a gloria en la consola de Sega.

El trabajo de Michiru Yamane (también responsable del increíble sonido de Symphony of the Nigth) fue acorde a lo esperado, con geniales temas extraídos del resto de la saga y con una serie de composiciones propias que más tarde se utilizarían en diversos capítulos de la serie.

Quedó bastante claro que aun siendo un apartado limitado por el pobre chip de sonido Yamaha, si se quería crear algo grande y que sonase estupendo era cuestión de echarle ganas: su BSO, junto a la de Thunder Force IV, puede ser considerada como una de las mejores del sistema, además de ser de las pocas que hacen un uso rematadamente brillante del chip en cuestión.


Sus FX también cumplieron, aunque de una forma mucho más contenida. No eran malos, y se puede decir que supieron comportarse, pero no destacaron o deslumbraron.

Con respecto a la sonoridad de Megadrive, y ya que hago siempre hincapié en sus limitaciones, cabe comentar que no todas las consolas sonaban igual: Según el modelo en cuestión, incorporaban un chip de sonido u otro...y existen más de 8 variedades. (Las primeras unidades, así como algún modelo concreto de Megadrive 2, son las que mejor suenan, y la diferencia es como el día y la noche, por eso no todo el mundo recuerda un sonido tan malo, o tan bueno).

Centrándonos en el plano jugable, Bloddlines nos ofrecía la posibilidad de optar entre dos personajes controlables: John Morris (hijo de Quincey Morris…) provisto del siempre fiel Vampire Killer, y Eric Lecarde (segoviano de origen) portador de la lanza de Alucard (hijo de Drácula en la serie).

Las diferencias entre ambos, tipos de ataque a un lado, pasaban por una mayor dificultad a la hora de elegir a Morris, y en una serie de pequeñas variaciones en ciertos niveles. Estaban muy bien definidos, así que cualquier opción resultó buena. (Es destacable que fuesen tan diferentes, ya que eso animaba a terminarlo con los dos).



El control era muy similar al del resto de la saga, y su gameplay se asemejaba principalmente a Super Castlevania IV. Aunque Bloodlines no estaba tan bien medido como el título de Super Nintendo, la similitud entre ambos era notable, haciendo de este cartucho una experiencia comparable. (Es más, a los fans de los capítulos 1 y 3 hasta pudiera resultarles más fiel y agradable).

En esta ocasión las fases siempre nos retaban mediante la aparición de “mid-Bosses”, o jefes de mitad de nivel, suceso que se repetiría durante las 6 etapas, cuyas ambientaciones no solo se ceñían al clásico castillo y alrededores, inspirándose también en diferentes zonas de la vieja Europa, como Pisa o Versalles, por ejemplo.

Bloodlines contaba con dos dificultades iniciales, más una extrema que desbloqueábamos al finalizar el juego. No era un título excesivamente complicado, vaya por delante, y además ayudaba el hecho de contar con passwords. (En este aspecto también resultó muy parejo a Super Castlevania IV, estando muy bien medido y alejado de los abusos que encontrábamos en los títulos impares de NES).

Teníamos la opción de descubrir cuatro posibles finales: Dos de ellos aparecerán al completar el juego en las dificultades iniciales, con la pareja protagonista, y los otros dos se mostraban al completar el juego con los mismos en la dificultad extrema.



Una de las curiosidades más llamativas de Bloodlines era la no utilización de los típicos corazones, sustituyéndolos por gemas. La función, en cualquier caso, seguía siendo la misma: aumentar el uso de ataques secundarios. (Es extraño que cambiasen el icónico aspecto de los corazones).

La trama del juego nos sitúa en 1914/17, y nos cuenta como el heredero al trono de Austria ha sido asesinado por Elizabeth Bartley/Bathory, consiguiendo con ello cierto ritual cuya finalidad es el resurgir de Drácula. La guerra es una consecuencia de este acto, y Morris (heredero actual del Vampire Killer) y Lecarde (quien busca la muerte de Bathory, por convertir a su amada), tendrán que acabar, de nuevo, con el reinado de terror que el príncipe de la tinieblas quiere instaurar en la vieja Europa.

Este guión, y vuelvo a incidir en las diferencias entre versiones, varía ligeramente en las versiones USA y PAL, tanto en los textos mostrados en pantalla como en los de sus manuales. Al final, esas variantes no influyen en nada realmente importante, ya que las acciones durante el juego son las mismas en sus tres ediciones.

Bloodlines, por mucho que os cuente, es un juego que resulta básico dentro del catálogo de Megadrive, y puede gustar más o menos, en comparación con el resto de la saga, pero es innegable que cumple con la misma, a la vez que aporta un estilo propio lo suficientemente llamativo y respetuoso como para tenerlo en cuenta.



Es divertido, potente dentro de su sistema y contiene toda la magia y buen hacer de los mejores capítulos clásicos. Plataformas y acción de calidad.   



5 comentarios:

  1. Ah! El "famosos" Casttlevania de Sega... he leído cosas muy chulas de este juego, y sin embargo hoy en día está un pelín olvidado por culpa del mítico juego de la Super Nintendo y del Symphony of the Dark de la PS1 ¿No te parece?

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  2. Todos los demás Castlevania le han tapado siempre, incluso lo más antiguos de Nes o Msx. (El único más olvidado es el Chronicles, de PSX).

    Tuvo muy pocas ventas y salio en un sistema que no poseían los seguidores de la franquicia, pero aun con todo, es un juego muy chulo para su época (De los pocos que ponían a la Megadrive al límite con efectos chulísimos).

    Desde luego, es mucho mejor que los clásicos de 8 bits, que son los que los frikis del copón suelen tener en un pedestal.

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    1. Bueno, de los 8 bits... el segundo Casttlevania dicen que es muy flojo. Que los grandes son el 1 y el 3... La verdad es que no he jugado a ninguno de la NES.

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    2. El 2 fue un experimento "rolero" que no le salio muy bien a konami, y el 1 y 3 son buenos juegos "para su época" pero cuentan con unos problemas en el control y en la jugabilidad de los que no siempre se habla. En realidad fueron juegos carismáticos, por lo que contaban y mostraban, también por su diseño, pero eran huesos duros de roer.

      El 3 era bastante potente.

      Yo es que soy muy crítico con Nes y su "Seal of quality", es un sistema donde 9 de cada 10 juegos son imposibles de finalizar o están llenos de fallos.........

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    3. Ojo! el videojuego no se puede entender sin obras como Castlevania o Haunted Castle, pero no son tan redondos como se suele contar.

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