martes, 23 de septiembre de 2014

MOONSTONE: A HARD DAYS KNIGHT


POR: METALMAN

Tras un brillante juego de palabras, que recuerda al mítico tema de los Beatles, se esconde un olvidadísimo juego de acción y tablero con un fuerte enfoque hacia el multijugador. Moonstone contaba con no pocas virtudes y propiedades, pero trascendió por dos motivos muy potentes: Retar sin escrúpulos al jugador y mostrar más litros de sangre digital que ningún otro...

Comenzaba la búsqueda mediante una introducción bastante trabajada para su época, en la que presenciábamos cómo un hechicero/druida recibía a los caballeros que ayudarían a limpiar la tierra de las criaturas del averno.

La misión de estos caballeros era la de recuperar las cuatro llaves que habrían el portal oscuro y, una vez dentro, depositar la mítica Moonstone para cerrarlo por siempre...

Contado de esta forma podríamos estar hablando de cualquier tipo de juego con un trasfondo medieval-fantástico, pero A Hard Days Knight era diferente.   


Se trataba de un juego por turnos, en el que los cuatro posibles jugadores (los que no fueran humanos eran controlados por la CPU) debían desplazarse por un extenso mapa a rebosar de lugares de interés.

La mayoría de ellos guardaban localizaciones en las que pasábamos a un modo de juego similar al de cualquier beat´em up, en donde teníamos que hacer frente a toda una suerte de criaturas con ganas de vernos sangrar. También podíamos visitar lugares de descanso, donde contábamos con la opción de comprar mejoras e incluso de jugarnos nuestra fortuna.

Durante nuestro tránsito, el mundo por el que nos desplazábamos se veía afectado por diferentes ciclos lunares, los cuales influían sobre la fiereza de las criaturas contra las que luchábamos, además de afectarnos en forma de ciertas apariciones de mayor peligro, como los dragones.

Se trataba, en cualquier caso, de ir venciendo a todos esos oscuros seres en busca de sus tesoros, los cuales escondían las cuatro llaves que abrían el portal y que nos permitían recuperar la Moonstone...El problema era, y es bastante peliagudo, que los cuatro jugadores tenían la misma misión, y solo podía ganar uno.


Este hecho podía crear diferentes situaciones: unirnos en batalla a alguno de los otros caballeros, cooperando en los mismos escenarios, o buscar su muerte para robar sus pertenencias. Era un todos contra todos, y más tarde o más temprano tendríamos que enfrentarnos al resto de jugadores. (Aquí rezabas constantemente por que la máquina le diera para el pelo al jugador más aventajado...y poder robarle todo...)

Esto no impondría respeto alguno si no fuera por la crudeza del juego en cualquiera de sus luchas. Aquí ocurría algo similar a lo visto en el original Barbarian: los enemigos podían arrancar nuestra cabeza de un solo golpe, a lo que añadiremos que en este Moonstone las luchas se daban contra numerosos grupos, que necesitaban de precisión milimétrica para ser vencidos.

Los primeros enfrentamientos eran realmente duros, sobre todo contra los rivales más rápidos, aunque el resto tampoco era moco de pavo. No resultaba extraño que nos partieran por la mitad, que nos decapitasen o que nos hundieran en el fondo de un pantano. La primera partida acojonaba, y había que aprenderse los patrones de ataque de cada enemigo, incluso los de los fieros dragones.

Cada vez que moríamos, ya fuese a manos de otro jugador o de las criaturas controladas por la CPU, corríamos el riesgo de que nuestras llaves (en caso de haber recuperado alguna), tesoros y mejoras (como armas, por ejemplo) cayeran en manos del rival, y esto significaba que tendríamos que hacerle frente de nuevo siendo mucho más débiles. Podíamos seguir jugando, pero nuestras posibilidades de éxito menguaban de forma considerable.


Pensad que podíamos haber perecido tras conseguir una buena armadura (más vida) y una potente espada (más daño), y que esto podía darse tras haber conseguido las cuatro dichosas llaves...e inclusive la Moonstone. Dureza competitiva como pocas veces se ha visto en otro videojuego.

Insisto en sus maneras beat´em up, ya que se trataba de luchar, dando mandoblazos, dentro de un espacio en 3D (no reales). Podíamos cubrirnos, atacar con tajos fuertes y débiles, lanzar puñales, rodar...para su época resultaba en un buen compendio de opciones, que alcanzaban su cima al contemplar lo bien medidas que estaban estas técnicas a la hora de emplearlas. Cada enemigo tenía su punto flojo, y no valía con repetir el mismo ataque una y otra vez.

Por supuesto, todo este festival de espadazos estaba adornado por litros y litros de sangre pixelada. Era realmente impresionante en su momento, y convertía a un apartado gráfico bastante logrado en todo un splatter, y posiblemente en el juego más sangriento y rudo de su plataforma.

Era un juego diferente, tanto por su enfoque multijugador (aun pudiendo disfrutarse a solas) como por su dureza inicial. Voy a exagerar un poco, ya que el factor juego de Rol aquí apenas existía, pero podría compararse, en cierto grado, con lo que hoy en día representa, por ejemplo, Dark Souls.


El título apareció en Amiga durante 1990, siendo portado en 1991 para PC/DOS. Ambas versiones son similares, y podría decirse que las cargas en PC, así como el acabado general, van a mejor, mientras que el sonido resultó mucho más espectacular en la plataforma de Commodore. Es difícil distinguirlos de un simple vistazo, así que ambas versiones resultan igual de estupendas aun con sus pequeñas diferencias.  

Conseguir una copia original hoy en día es bastante complicado, ya que resultan difíciles de adquirir en buen estado (en formato Floppy Disk) y alcanzan precios superiores a los 300€...por contra, y es lo recomendable, es sencillo de encontrar en cualquier página de Abandonware (sus derechos no están vigentes, así que es legal obtenerlo por esta vía), y funciona perfectamente bajo emulación en DosBox o en WinUAE.

Juego de tablero, de acción, de todos contra todos y con un fuerte componente gore, más una dificultad considerable: Toda una joya del multijugador de su tiempo.



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