domingo, 24 de mayo de 2015

LEMMINGS & OH NO! MORE LEMMINGS


POR: METALMAN

Existen multitud de títulos que logran impactar a una enorme audiencia y que a la vez consiguen unanimidad positiva entre los críticos especializados, pero no todos acaban por convertirse en universales. Lemmings tuvo ese honor.

Hablar de Lemmings es siempre grato, porque más allá del simple videojuego se está analizando un fenómeno. Uno de magnitudes similares al que pudo suponer Pac-Man, Space Invaders o Tetris. Es posible que no haya alcanzado un estatus tan de culto con el paso de los años, pero en su momento de lanzamiento, y en el lustro siguiente, se posicionó como uno de los entretenimientos más reconocibles dentro del medio.

Es curioso tratar con Lemmings por otros tantos aspectos, empezando por sus creadores: DMA Design...a quienes muchos de vosotros conoceréis, rendiréis pleitesía y amaréis bajo su nombre actual. Rockstar North, creadores de la saga Grand Theft Auto.

Antes de cambiar su nombre ya era un estudio notorio, que triunfó con joyas de la talla de Menace o Blood Money, bajo el amparo de esa mítica empresa que fue Psygnosis. A la suma de los dos anteriores, le añadimos Unirrally, Hired Guns, GTA y Walker (entre muchos otros) y nos encontramos ante una empresa tan importante como Rare o similares. Es decir, que estos tipos ya eran algo fuera de lo común antes de pegar su pelotazo con GTA III y sus secuelas.


No me cansaré de mencionarlo: los juegos actuales beben de ese olvidado British Style que crearon estos estudios (Gremlin, DMA, Psygnosis, Rare...), y que plantaba cara de forma brillante al imparable estilo nipón en auge (no es una crítica, ya que adoro ese estilo, pero hubo un tiempo en el que se menospreció todo aquello que no venía del país del sol naciente).

La gracia, y también la peculiaridad más llamativa de Lemmings, era que se basaba en un control indirecto de los personajes, en vez de proponer controlarlos como en la gran mayoría de los videojuegos (algo que era exclusivo de los títulos puramente estratégicos o de gestión).

Aquí no controlábamos a los protagonistas, sino que los ayudábamos dándoles ordenes: crea una escalera, cava, detente...explota. Se trataba de guiarlos hasta la salida del nivel, intentando que un número concreto de los mismos llegase sano y salvo.

Para que resultase más desafiante, las pantallas contaban con enrevesados caminos que había que localizar. En ocasiones se trataba de bloquear ciertas rutas, haciendo que nuestros Lemmings se apartasen de los peligros, pero en otras se requería de un estudio mayor, ya que el trayecto más idóneo era difícil de detectar, y hasta se podían crear diferentes itinerarios para guiarlos hasta el final de fase.


En mitad de todo esto, el factor "mascota" entraba en juego. Los personajes eran alegres, simpáticos y vulnerables, por lo que creaban sin mucha dificultad un vínculo bastante fuerte para con el jugador. En ocasiones nos veíamos abocados a tener que sacrificar a algunos por el bien común, y hasta se podía dar el caso de tener que "matar" a la mayoría...lo que nos lleva a una de sus más míticas frases in-game, en forma de un lamento injusto que resultaba gracioso pero doliente a la vez: oh no!.

Sorprende lo cruel que podía llegar a ser el juego, aunque funcionaba la mar de bien, porque a consecuencia de esto intentabas que perecieran el menor número posible de Lemmings.

El incesante cronómetro y la marcha forzada que llevaban nuestros amiguitos (jamás se detenían, a no ser que nosotros les forzásemos a ello) convertían la experiencia en un no parar (ninguna gran empresa actual programaría algo así en nuestros días, porque se estresarían los consumidores...) y no exagero cuando digo que en Lemmings era frecuente sentir el impulso de lanzar el ratón contra la pantalla.

Curiosamente, y es algo que no llego a entender del todo, la gran mayoría de usuarios considera que este juego se encuentra más cerca del puzzle o de la estrategia que de ningún otro género, y en parte es cierto, pero solo en una minoría de sus niveles. Mis cientos de horas frente al mismo (en diversas plataformas) me hacen verlo casi en su totalidad como un juego de habilidad y de reflejos. De los más exigentes.


Más que tratarse de crear una estrategia o de visualizar esa ruta correcta de la que antes os hablaba, lo que primaba era la capacidad del jugador para repartir órdenes entre los protagonistas, a la velocidad de la luz y con una precisión de pixel que me hace sentir a la mayoría de los shooters como juegos para niños...

Elegir al lemming concreto de entre la marabunta que formaban, con apenas segundos de por medio en bastantes ocasiones, y alternar entre las distintas tareas que había que asignarles, requería de una pericia y de una concentración que se puede ver en muy pocos juegos: a partir del nivel 50 la cosa era demencial.

También soy pesado con esto, pero es que, joder, antes los programadores podían permitirse el lujo de retar a los usuarios, y es algo que repercutía en la duración de los juegos. Pues nada, aquí tenéis, fácil, más de 200/250 horas de duración (me refiero a la versión de PSX).

Aunque cueste creerlo, por culpa de las imágenes, no estamos ante un lanzamiento inicial dentro del catálogo de PSX, sino que esta versión (que integra el juego original y sus más de 100 niveles, junto a la expansión Oh no! more Lemmings [con cerca de otros 100]) apareció en 1998, 1999 y 2000, según el territorio. Lo bueno es que funciona genial, respeta la esencia del título para Amiga (el original y el más famoso) y se puede controlar mediante el ratón oficial (del todo recomendable). Lo no tan bueno: no se mejoró nada a nivel gráfico, ni tan siquiera se integraron algunos fondos más currados, ni se molestaron en añadir más cantidad a la compilación, ya que pudieron adjuntar también la segunda parte o alguno de los muchos añadidos/expansiones de la saga...


Merece la pena aun sin contener extras de peso, y es una de las versiones mejor paradas del programa. Junto a las versiones para Megadrive, Master System, Amiga, Windows y Snes, es la más recomendable (por encima de estas inclusive, siempre que se cuente con ratón) y cuenta con la opción de poder guardar los progresos en la memory card. (Evitad a toda costa las ediciones para NES y PC-Engine CD).

Por su animación (brutal en su día), por su alegre BSO y por contener un diseño y un sistema de control impropio para un título de habilidad, Lemmings sigue siendo único e icónico a partes iguales.

No es de extrañar que en pleno 2015 la saga cuente con unas ventas globales que se aproximan a los 20 millones de unidades, demostrando que esto no fue un simple pelotazo temporal.

Tan clásico y tan moderno como el que más: Fue de esos juegos que creó su propia escuela, y es por ello que no lo debemos olvidar.


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